Uno quiere estar bien pero en el fondo no “puede” estar bien, porque si está bien le toca enfrentarse a temas que no sabe resolver, a circunstancias que no acepta; el cuerpo no puede con ellas. ¡Hay que querer estar bien a costa de todo!.
Pasan años hasta que uno explota: “Así no voy a vivir. Tengo una vida y no la voy a perder en la cama”. Es... estar dispuesto a que pase lo que sea, dispuesta a perder el trabajo, la pareja, la reputación.... ¡Lo que pase pero voy a estar bien!
... y confías en ti y en la vida.
Cuando uno elige hacer el camino igual ya han pasado hasta 4 años. Entonces, las cosas empiezan a pasar, aparecen personas, cursos, películas, libros, coincidencias, ¿Y tú otra vez por aquí? que te van a ir aportando nuevas formas de sentir... y piensas: ¿Cómo puedo ser tan rara de no bañarme en el mar con el buen día que hace? Superando una resistencia solo tuya y queriendo no ser vista, (no te puedes defraudar ni a ti ni a la enfermedad) te bañas y ves que no pasa nada incluso disfrutas. Tomas el sol.
Mi primer salto vino a través de mi profesora de yoga que me contó que se había curado “ella” de una enfermedad difícil. ¿Y yo por qué no? Ella me dejó para leer dos libros: “La enfermedad como camino” y “Visualizaciones curativas”. Sin duda marcaron. Era marzo 2001.
Cuando se produce este salto, es como agrietar el hormigón de una presa.
Este salto no viene a través de la medicina tradicional. En la Fibromialgia no hay índices alterados y la medicina no tiene nada que curar, eso no implica que no exista, implica que no tiene instrumentos para medir. En este otro mundo, las pastillas que curan son las de tener buenas relaciones personales, las del reconocimiento, las de hacer lo que uno quiere hacer en la vida. Hay que focalizarse en esto.
Si uno clava su arpón en lo que quiere ya tiene cuerda, agarre y seguridad para tirar.
Si una persona se focaliza en la incapacidad, nunca conseguirá la capacidad. Hay que ir a por todas, y no con el miedo callado de que si estás bien puede que no pases la prueba de incapacidad. Con ese freno echado no se puede estar bien. Es a costa de lo que sea.
Luego el proceso te irá dando claridad y las cosas te serán más fáciles.
Un proceso terapéutico se hace por necesidad y ...¡por placer!. Hay que tener las mismas ganas que el que quiere mejorar su marca para ir a las olimpiadas. Se entrena, se entrega, disfruta. Cuando ese estado “de rebeldía” enfocada ocurre, las cosas pasan, y os aseguro que no son fáciles. Pero es mucho peor y más duro perder tu vida en la cama.
Cada uno tendrá su vía, a uno le aparecerá el Reiki, a otros yoga a otros contar cuentos, a mi la PNL, a otros hacer el Camino de Santiago, a otros... Hay muchas vías, si uno quiere ir al centro todas te pueden llevar. Es igual la vía si tu quieres viajar a un lugar concreto. Elige destino y compañía.
“El placer más noble es el júbilo de crecer y comprender”.
Leonardo de Vinci.