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martes, 24 de febrero de 2015

«NO CONOZCO A NADIE QUE MEREZCA TANTO SER CURADO»

DEEPAK CHOPRA     -     Fragmento del libro ALMAS GEMELAS

—Volvía a casa después de una fiesta. Allí, todo el mundo estaba muy contento y me acordé de una vieja bruja, que probablemente no lo estaba.

—Ah, ¿sí? Me parece que cuando naciste no te dieron el bofetón con suficiente fuerza — replicó Claudia en un tono indulgente.

—No voy a tener más sesiones con usted —dijo Raj—. En parte, gracias a usted, así que me he tomado la libertad de explicar su caso en una larga nota que ahora forma parte de su expediente.

Claudia tomó la botella y la levantó hacia él antes de beber un trago.

—¿No está interesada en lo que he escrito? —preguntó Raj.

 —No especialmente.

—Podría haber explicado que tiene una personalidad borderline que se siente abrumada por los sentimientos del pasado y que no puede controlarlos sin una máscara de agresividad. Eso sería bastante acertado.

—«Bruja» es mucho más corto...  ¿Hay colonia en esta porquería? — preguntó Claudia.

—Esencia de rosas. También podría haber anotado que sentirse víctima la ha amargado tanto que ya no tiene conciencia. Pisotea la intimidad de los demás con tanta insensibilidad como lo hicieron con usted en el pasado. ¿Por qué, si no, se siente desbordada por sentimientos que no recuerda y que, sin embargo, no puede olvidar?

Claudia se puso tensa. Hizo caso omiso del mal sabor del ponche y tomó un trago largo.

—Pero no he escrito nada de esto —prosiguió Raj—. Sólo he anotado una frase: «No conozco a nadie que merezca tanto ser curado.» 
—Antes de que Claudia pudiera reaccionar, Raj se acercó a la puerta y apagó la luz. La habitación quedó casi completamente a oscuras.
—¡Eh! —La voz de Claudia reflejó cierta alarma pero no gritó.

Raj se acercó a ella a oscuras.

Sabía que, si estaba en lo cierto, no ofrecería resistencia. Le quitó la botella de la mano y la dejó a un lado.

—Ahora siéntese y estese quieta le dijo.

Tras una leve vacilación, ella obedeció. Raj observó su perfil, que apenas podía distinguir. De todos los secretos que había mantenido últimamente, uno en particular lo había reservado para aquel momento. Pasó las manos alrededor de Claudia despacio y con suavidad. Y en el ligero roce del aire percibió su dolor y el muro que había levantado para no ser herida ni humillada nunca más. Una maraña de sentimientos la había estado ahogando, año tras año, hasta que al final ella se había difuminado en el decorado de la vida. Nada de esto constituía un misterio para Raj. Ser sensible al dolor de un ser herido no resultaba difícil.

El verdadero secreto consistía en que aquellas invisibles hebras de sufrimiento podían desenredarse. Raj percibía la acumulación de dolor. Estaba allí, como un sucio capullo que la envolvía. Raj empezó a tirar de las hebras y éstas se aflojaron. De hecho, resultaba fácil cuando se apreciaba la diferencia entre el alma y la telaraña que la rodeaba
Si se libra a una persona de todo lo que le crea problemas, lo que queda es el alma.

—¿Doctor? —La enfermera asomó por la puerta. Alargó la mano hacia el interruptor de la luz y entonces dudó—. ¿Es paciente suya?


—Me parece que ya no es paciente de nadie —dijo Raj mientras encendía la luz.



DEEPAK CHOPRA     -     Fragmento del libro ALMAS GEMELAS