DEEPAK CHOPRA - Fragmento del libro ALMAS GEMELAS
—Volvía a casa después de una fiesta. Allí, todo el mundo estaba muy contento y me acordé de una vieja bruja, que probablemente no lo estaba.
—Volvía a casa después de una fiesta. Allí, todo el mundo estaba muy contento y me acordé de una vieja bruja, que probablemente no lo estaba.
—Ah, ¿sí? Me parece que cuando naciste no te dieron el bofetón con
suficiente fuerza — replicó Claudia en un tono indulgente.
—No voy a tener más sesiones con usted —dijo Raj—. En parte,
gracias a usted, así que me he tomado la libertad de explicar su caso en una
larga nota que ahora forma parte de su expediente.
Claudia tomó la botella y la levantó hacia él antes de beber un
trago.
—¿No está interesada en lo que he escrito? —preguntó Raj.
—No especialmente.
—No especialmente.
—Podría haber explicado que tiene una personalidad borderline que
se siente abrumada por los sentimientos del pasado y que no puede controlarlos
sin una máscara de agresividad. Eso sería bastante acertado.
—«Bruja» es mucho más corto... ¿Hay colonia en esta porquería? — preguntó Claudia.
—Esencia de rosas. También podría haber anotado que sentirse
víctima la ha amargado tanto que ya no tiene conciencia. Pisotea la intimidad
de los demás con tanta insensibilidad como lo hicieron con usted en el pasado.
¿Por qué, si no, se siente desbordada por sentimientos que no recuerda y que,
sin embargo, no puede olvidar?
Claudia se puso tensa. Hizo caso omiso del mal sabor del ponche y
tomó un trago largo.
—Pero no he escrito nada de esto —prosiguió Raj—. Sólo he anotado
una frase: «No conozco a nadie que
merezca tanto ser curado.»
—Antes de que Claudia pudiera reaccionar, Raj se acercó a la puerta y apagó la luz. La habitación quedó casi completamente a oscuras.
—Antes de que Claudia pudiera reaccionar, Raj se acercó a la puerta y apagó la luz. La habitación quedó casi completamente a oscuras.
—¡Eh! —La voz de Claudia reflejó cierta alarma pero no gritó.
Raj se acercó a ella a oscuras.
Sabía que, si estaba en lo cierto, no ofrecería resistencia. Le
quitó la botella de la mano y la dejó a un lado.
—Ahora siéntese y estese quieta le dijo.
Tras una leve vacilación, ella obedeció. Raj observó su perfil,
que apenas podía distinguir. De todos los secretos que había mantenido
últimamente, uno en particular lo había reservado para aquel momento. Pasó las
manos alrededor de Claudia despacio y con suavidad. Y en el ligero roce del
aire percibió su dolor y el muro que había levantado para no ser herida ni
humillada nunca más. Una maraña de sentimientos la había estado ahogando, año
tras año, hasta que al final ella se había difuminado en el decorado de la
vida. Nada de esto constituía un misterio para Raj. Ser sensible al dolor de un
ser herido no resultaba difícil.
El verdadero secreto consistía en que aquellas invisibles hebras
de sufrimiento podían desenredarse. Raj percibía la acumulación de dolor.
Estaba allí, como un sucio capullo que la envolvía. Raj empezó a tirar de las
hebras y éstas se aflojaron. De hecho, resultaba fácil cuando se apreciaba la
diferencia entre el alma y la telaraña que la rodeaba.
Si se libra a una persona de todo lo que le crea problemas, lo que queda es el alma.
Si se libra a una persona de todo lo que le crea problemas, lo que queda es el alma.
—¿Doctor? —La enfermera asomó por la puerta. Alargó la mano hacia
el interruptor de la luz y entonces dudó—. ¿Es paciente suya?
—Me parece que ya no es paciente de nadie —dijo Raj mientras
encendía la luz.
DEEPAK CHOPRA - Fragmento del libro ALMAS GEMELAS