Autores: Virginia Gawel & Eduardo Sosa, Directores del Centro Transpersonal de Buenos Aires, http://pensamientosensible.blogspot.com Permitida su reproducción citando esta fuente.
Hay dos maneras garantizadas de perpetuar un dolor: la primera y más obvia es aferrarnos a él, impidiendo que la vida siga fluyendo; en ese caso es como si la persona hiciera de ese dolor su identidad, rechazando cualquier alternativa que le permita elaborarlo para pasar a una instancia menos sufriente. La segunda, que es exactamente la opuesta. Sí: otro modo de garantizarnos la perpetuidad de un dolor es evitar hacer contacto con él.
A ver... es como si la vida fuera un largo corredor con múltiples puertas (vínculos, logros, viajes, proyectos...) y la persona entrara y saliera por cualquiera de ellas; pero hubiese UNA PUERTA cuyo umbral es de fuego; cada vez que la persona pasa cerca de ella retrocede, se distrae en otra cosa, bromea para disimular, huye... Detrás de esa puerta está lo evitado: un duelo suprimido, un miedo no reconocido, una carencia que acosa desde el fondo y preferimos no sentir, un rencor que corroe y se disfraza de sarcasmo, un sentimiento de abandono que acompañamos con cualquiera o eludimos decretando soledades...
Creemos ser libres de andar por el corredor, pero no: somos prisioneros de lo evitado. Pues el peligro no es la puerta en llamas: el peligro es su evitación, que nos limita. Y sólo atravesando ese umbral de fuego es posible apagarlo: el único modo de dar fin a la ansiedad que toda evitación produce. Cuando reconocemos lo evitado, cuando lo enunciamos o lo compartimos, cuando pedimos ayuda para transitar ese umbral, cuando ya no nos mentimos... comienza una nueva libertad.
Cada vez que afrontamos, aceptamos, asumimos, y llamamos las cosas por su nombre, estamos poniendo en marcha un proceso que limpia lo largamente fermentado; gracias a él vamos gestando, poco a poco, algo que todos necesitamos sentir: el autoaprecio que adviene por haber tenido el valor de no mentirse más, de no evitar.
Así lo dijo Eva Pierrakos:
- Tras la puerta de asumir tu debilidad, reside TU FUERZA.
- Tras la puerta de sentir tu dolor, residen TU PLACER Y GOZO.
- Tras la puerta de sentir tu miedo, residen TU SEGURIDAD Y CONFIANZA.
- Tras la puerta de sentir tu soledad, reside TU CAPACIDAD DE AMOR Y COMPAÑÍA.
- Tras la puerta de sentir tu odio, reside TU CAPACIDAD DE AMAR.
- Tras la puerta de sentir tu desesperación, RESIDE TU ESPERANZA. VERDADERA Y JUSTIFICADA.
- Tras aceptar las carencias de tu infancia, reside AHORA TU SATISFACCIÓN.
Me encantó ese texto!
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