Cuando de pequeños hemos tenido un dolor importante, agresión, rechazo... nos hemos protegido como hemos podido, nos hemos cerramos para no sentir el dolor tan fuerte. Nos disociamos. Nos separamos del cuerpo y así dejamos de sentir. Evitamos sentir. En cierto modo OLVIDAMOS SENTIR.
Ej.“...Eso no es. Aquello no fue importante. Eso no me afectó, mi padre murió muy rápido, se tiró por la ventana”.
Con el aprendizaje de no sentir se aprende a soportar mucho (“Síndrome de la rana hervida") somos capaces de aguantar mucho dolor porque estamos separados del cuerpo. Nos pueden hacer mucho daño sin defendernos. Parecemos buenos, pero no, nos “sentimos” tontos. Parece que damos y somos generosos pero...
“Generosas, generosas, en la Asociación de Fibromialgia hablan de que somos generosas pero... ¡Yo no soy generosa! ¡Yo doy y doy, y sí doy, pero no porque sea generosa! sino porque no sé decir que no, porque no sé defenderme, no sé hacerme respetar”.
Nos dejamos dar sutiles hachazos hasta que se parte nuestro tronco.
Si estás desconectado del cuerpo estás desconectado de la vida.
Te proteges de volver a sentir dolor y también te proteges del placer.
CONECTAR con el cuerpo lleva tiempo, conectar es parte del viaje.
Te proteges de volver a sentir dolor y también te proteges del placer.
CONECTAR con el cuerpo lleva tiempo, conectar es parte del viaje.
Si intentamos introducir una rana en agua caliente, da un salto y escapa; pero si la introducimos en agua a temperatura ambiente y procedemos a calentarla lentamente permanece en el agua hasta morir hervida)
Interesante escrito. No sé si lo del síndrome de la rana sea cierto (no tengo corazón para probarlo con una rana), pero la idea es cierta. La gente se acostumbra al maltrato diario, que por lo general y subiendo de intensidad. La costumbre es la cadena más difícil de romper. Y como bien dices, hay que estar conectado con uno mismo para detectar desde el principio cuando las cosas no marchan bien. Saludos.
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